Las mejores estrategias de inversión

Detrás de la estrategia de valor está la idea de que en el mercado bursátil pueden encontrarse empresas cuyos verdaderos valores están aún por descubrir. Los inversores en valor intentan localizar estas empresas que tienen valor. Un ETF de valor, por ejemplo, selecciona sólo las acciones que suelen tener una relación precio/valor contable baja y que, por tanto, pueden señalar una infravaloración fundamental. Estas empresas suelen tener una buena posición en el mercado, una rentabilidad superior a la media y una evolución estable de los beneficios.

Entre estas acciones de valor, los inversores filtran entonces las que consideran actualmente infravaloradas en bolsa en comparación con empresas similares. En otras palabras, especulan con que el mercado aún no ha reconocido el valor de la empresa, pero lo hará. El análisis descrito requiere mucha investigación independiente y experiencia. El icono de la inversión en valor, el multimillonario estadounidense Warren Buffett, ha dedicado toda su vida a esta tarea.

La posible infravaloración de empresas concretas se determina analizando varios ratios fundamentales. Entre ellos están, por ejemplo, la relación precio/beneficios, la relación valor de mercado/valor contable, la rentabilidad de los dividendos o el crecimiento de los beneficios.

A diferencia del enfoque de valor, la estrategia de crecimiento se centra menos en analizar empresas individuales y más en examinar sectores enteros. Los inversores en crecimiento intentan identificar pronto los mercados de crecimiento futuro y luego seleccionan las empresas con mayor impulso de crecimiento. Tomando de nuevo el ejemplo de ETF, un ETF que sigue esta estrategia de inversión selecciona las empresas de un índice cuyos beneficios crecen más.

Éstas suelen ser las empresas que pudieron asegurarse una mayor cuota de un mercado en auge desde el principio y beneficiarse de su tamaño relativo. Sin embargo, dado que los inversores en crecimiento intentan identificar estos potenciales lo antes posible, sus decisiones se basan principalmente en las expectativas, y menos en modelos empresariales ya probados como en el caso de las acciones de valor. En la estrategia de crecimiento, a menudo se obtienen beneficios con acciones cuyas empresas aún no están en números negros. Por tanto, para los inversores de crecimiento con éxito es aún más importante vender sistemáticamente una acción en cuanto la empresa defraude sus esperanzas de crecimiento.

Los enfoques de negociación de seguimiento de tendencias intentan entrar de forma rentable en tendencias de precios ya reconocibles, comprando cuando los precios suben y vendiendo en corto cuando los precios bajan, si el instrumento de inversión lo permite. Salen de nuevo en cuanto se "rompe" la tendencia. Como es naturalmente imposible reconocer una tendencia antes de que se haya formado, a menudo llamamos a los seguidores de tendencias "free riders". Aceptan no seguir todo el movimiento -por ejemplo, desde el mínimo más bajo de un precio hasta su máximo más alto-, sino sólo parte de él. Por tanto, el seguimiento de tendencias no tiene nada que ver con las técnicas basadas en el intento de anticiparse a las tendencias.

Los inversores que siguen esta estrategia de inversión asumen que determinados indicadores bursátiles ayudan a examinar las tendencias existentes y a reconocer si la tendencia es permanente o está a punto de girar.

Existen básicamente dos tipos de indicadores:

Los indicadores de seguimiento de tendencias, como la media móvil, ayudan a determinar la dirección de las tendencias existentes y cuándo se produce un cambio de tendencia. Si, por ejemplo, la cotización cae por debajo de la media de los últimos 100 días, es una señal para vender la acción si se observa este indicador.

Los osciladores intentan dar una indicación de si el mercado ha alcanzado un determinado extremo, es decir, un punto bajo o alto. La ventaja de los osciladores es que se comportan de forma anticipatoria. A menudo dan indicaciones oportunas de una inminente inversión de tendencia. Los osciladores establecidos son, por ejemplo, la Convergencia/Divergencia de Medias Móviles (MACD), el Oscilador de Momento o el Índice de Fuerza Relativa (RSI).

La estrategia de dividendos es una forma de inversión en acciones en la que se realizan inversiones específicas en valores de empresas que tienen una alta rentabilidad por dividendos. La razón por la que se hace tanto hincapié en los dividendos es que una empresa que puede repartir un dividendo elevado también obtiene muchos beneficios y, por tanto, tiene éxito y es competitiva. Por tanto, se supone que estas empresas batirán al mercado a largo plazo.

La versión básica de la estrategia de dividendos se remonta a Benjamin Graham, que desarrolló la estrategia en la década de 1930. Simplemente recomendaba seleccionar las 10 acciones con mayor rentabilidad por dividendo de un índice (en aquella época el Dow Jones) y mantenerlas durante un año. Después, las acciones se revisarían y posiblemente se intercambiarían.  Hay un gran número de ETFs de dividendos que aplican la estrategia de dividendos como estrategia de inversión e invierten en empresas con altos dividendos.

Grandes Capitales
Las grandes capitalizaciones son acciones de grandes empresas con un elevado volumen de negocio, en cuya evolución de precios se basan los principales índices. Se caracterizan por un alto volumen de negociación y un mayor compromiso de los inversores institucionales. Las fluctuaciones de precios suelen ser menores. Los líderes del mercado, los llamados blue chips, en la bolsa alemana son BASF, Siemens, Volkswagen y Allianz.

Empresas de mediana capitalización
Mid-cap es el término inglés para las sociedades anónimas con una "capitalización bursátil media". Las empresas de mediana capitalización también suelen tener un volumen de negociación inferior al de las blue chips. En la bolsa alemana, los valores con una capitalización bursátil de entre mil y cinco mil millones de euros se denominan de mediana capitalización. Las empresas del MDAX, por ejemplo, están clasificadas como tales. En términos de valor bursátil, siguen a los 40 valores estándar que cotizan en el DAX.

Las empresas de mediana capitalización, a diferencia de las de gran capitalización, suelen caracterizarse por una mayor volatilidad. Este mayor riesgo se compensa con una serie de ventajas u oportunidades fundamentales. Las empresas de mediana capitalización tienen un mayor potencial de crecimiento debido a su menor tamaño. Son más flexibles y adaptables que las grandes y a menudo son objeto de adquisiciones, por lo que ofrecen un mayor potencial alcista en general.

Pequeñas empresas
Las empresas de pequeña capitalización son empresas pequeñas en bolsa. Las acciones de estas empresas dejan mucho margen a la especulación y están sujetas a mayores fluctuaciones que las acciones medianas y grandes. Por un lado, esto ofrece un mayor potencial de precios con mayores beneficios que las acciones grandes y de mediana capitalización, pero, por otro, también ofrece un riesgo mucho mayor. Esto último se ve agravado por el hecho de que el análisis de las empresas de pequeña capitalización es mucho más complejo que el de las grandes empresas, ya que la comunicación financiera es menos pronunciada en las empresas más pequeñas.

La estrategia de impulso se basa en la observación de que las tendencias alcistas de las acciones suelen consistir en movimientos laterales más largos y fases alcistas más cortas. Los inversores en impulso intentan evitar los movimientos laterales en la medida de lo posible y aprovechar las fases de subidas de los precios. Al hacerlo, también se benefician del hecho de que, una vez iniciadas las tendencias de los precios, es más probable que duren que que terminen.

Por tanto, los inversores de impulso compran principalmente valores de los que esperan una subida acelerada y altos rendimientos en un futuro próximo. Se ayudan principalmente de criterios técnicos, sobre todo del indicador de impulso. Éste muestra cuándo se está acelerando el aumento del precio de una acción. Una parte integral de esta estrategia es también el uso de las llamadas marcas de stop-loss. Estos límites de venta se activan en cuanto una acción alcanza un determinado nivel de precios por debajo del precio anterior. De este modo, los inversores en momentum intentan limitar sus pérdidas si una fase alcista termina inesperadamente.

Mientras que los inversores de impulso actúan en sincronía con la tendencia del mercado, la estrategia contraria trata de hacer exactamente lo contrario. Más concretamente, lo ideal es operar de forma anticíclica. Esto significa comprar cuando la mayoría de los participantes en el mercado son pesimistas. Y volver a vender en cuanto la euforia haya alcanzado su punto álgido.

La idea subyacente es que el giro de los precios está cerca si todo el mundo hace lo mismo. Si todo el mundo compra a precios al alza, el mercado acabará quedándose sin compradores. Si todo el mundo vende a precios a la baja, al final no habrá más voluntad de vender.

Hasta aquí la teoría. En la realidad, sin embargo, la estrategia contraria es difícilmente sostenible. El análisis del sentimiento, que se basa en la psicología bursátil, tampoco proporciona señales realmente fiables de un giro de los precios. Y nadar permanentemente a contracorriente exige una psique casi sobrehumana al supuesto contrarian. Además, a un inversor de este tipo le resulta difícil lidiar con acciones que suben o bajan a largo plazo.

El reequilibrio es el método más sencillo de invertir anticíclicamente. En este proceso, se realiza una división básica del capital en diferentes inversiones. Esta distribución debe mantenerse durante todo el periodo de inversión. Sin embargo, como las distintas inversiones evolucionan de forma diferente en valor, la ponderación original cambia constantemente.

Por tanto, con el reequilibrio, la distribución modificada se devuelve a la distribución original en periodos fijos, por ejemplo anualmente, mediante reasignaciones. Si algunos ETF obtienen resultados especialmente buenos, se obtienen beneficios y se restablece la ponderación.

Con esta estrategia de inversión en ETFs, los inversores siempre invierten en la ponderación originalmente deseada, siempre venden el exceso de participaciones en ETF a precios altos e invierten en ETF que se han vuelto más favorables.

En la estrategia RAFI, la selección y ponderación de las acciones representadas en el índice se basa en criterios fundamentales y no en la capitalización bursátil. En 2002, la empresa "Research Affiliates" presentó su "Estrategia de Índice Fundamental", con las cifras clave "volumen de negocios, flujo de caja, valor contable y cantidad de pago de dividendos" para determinar y ponderar las acciones de un índice. Con ello se pretende obtener mejores resultados que con los índices basados en la capitalización bursátil, tanto en mercados bajistas como alcistas.

La idea básica de este enfoque es sencilla. Sólo se sostiene sobre un terreno inestable porque los ratios reflejan el pasado y no el mercado, pero se utilizan datos fundamentales para la evolución de los precios. Por tanto, el enfoque es contrario a los principios de la teoría de carteras, ya que también pretende batir al mercado. El RAFI sale así del ámbito de la inversión en índices pasivos puros. Sin embargo, ya no es un producto indexado clásico. Por otra parte, esto elimina las exageraciones -en parte obvias- del mercado, como en el bombo de Internet.

En la estrategia núcleo-satélite, la gran parte principal (inversión núcleo) del capital a invertir está ampliamente diversificada, por ejemplo en el Índice MSCI World. Además, partes más pequeñas del capital ("los satélites") se invierten en inversiones con riesgos más elevados y a veces incluso muy elevados. Aquí cabe la posibilidad, por ejemplo, de añadir un ETF temático o un único ETF de mercados emergentes, de modo que se combinen varias estrategias de inversión en ETF. Cuanto mayor sea la proporción de satélites, mayor será el riesgo de la inversión global.

El enfoque núcleo-satélite también se utiliza a menudo para describir una mezcla entre estrategias de inversión activas y pasivas. Además de la inversión principal, la parte más pequeña de la cartera, los llamados satélites, se utilizan ahora en un intento "activo" de generar rendimientos adicionales más allá del área principal de la cartera. Las ventajas y desventajas que pueden asociarse a esto pueden verse, al menos en parte, en las diferencias entre los ETF y los fondos activos.

Los inversores prudentes no quieren asumir grandes riesgos de pérdida y, por tanto, prefieren una pequeña participación en acciones, así como acciones con poco riesgo. Los que ya no pueden dormir bien por la noche cuando los precios caen bruscamente también pueden renunciar por completo a invertir en acciones. Sin embargo, esto es especialmente arriesgado en épocas de tipos de interés bajos o nulos. Porque si los inversores quieren preservar su capital a largo plazo, no pueden evitar una pequeña proporción de acciones. Los inversores defensivos invierten alrededor del 75% en inversiones seguras que devengan intereses y el 25% en acciones.

Estos inversores se atreven a asumir riesgos medios e invierten de forma equilibrada. Quieren conseguir rendimientos a largo plazo que estén por encima del nivel de las inversiones a interés seguro. A cambio, aceptan mayores riesgos de inversión. La cartera se compone de un 50% de renta variable y un 50% de inversiones en tipos de interés, con un amplio espectro de estrategias.

Algunos inversores adoptan un enfoque más bien activo de la inversión. Quieren obtener altos rendimientos y para ello asumen mayores riesgos. En la cartera de los inversores ofensivos, hay principalmente acciones y pocas inversiones con rendimiento de intereses.

Decide por ti mismo lo audaz que quieres ser a la hora de invertir. ¿Eres más prudente, parcialmente averso al riesgo o particularmente averso al riesgo? En función de tu tolerancia al riesgo, puedes determinar la cuota de renta variable. Es decir, la renta variable como clase de activo, que también incluye los ETF de renta variable o los fondos de renta variable.

Los inversores defensivos y prudentes pueden, por ejemplo, invertir alrededor del 75% en inversiones seguras que devengan intereses y el 25% en acciones, mientras que los inversores parcialmente tolerantes al riesgo eligen, por ejemplo, una cartera equilibrada o moderada del 50% en acciones y el 50% en inversiones que devengan intereses. Por otro lado, los inversores particularmente aversos al riesgo y ofensivos suelen asumir riesgos elevados poniendo la mayor parte de su dinero en acciones y menos en inversiones remuneradas.

La respuesta apunta a cuánto riesgo pueden asumir los inversores. En otras palabras, es una cuestión de la propia capacidad de asumir riesgos, como se dice en la jerga. No todo el mundo puede permitirse un alto nivel de riesgo. Por ejemplo, quienes dependen de los ingresos de sus inversiones, como los pagos periódicos, se centran más en la seguridad que en el rendimiento. Al fin y al cabo, esto suele asociarse a una capacidad de asumir riesgos menor que la de los inversores que ya tienen mucho dinero aparte y no necesitan los ingresos adicionales para su subsistencia.

La situación financiera y las circunstancias vitales actuales desempeñan un papel importante. Por ejemplo, si los inversores quieren invertir dinero que necesitarán en un futuro próximo, la disponibilidad a corto plazo debe ser una prioridad. También debe tenerse en cuenta la reserva financiera. Esto significa reservar dinero para gastos corrientes, para casos imprevistos y para compras de mayor envergadura. Este procedimiento también se conoce como modelo de terraza y está probado. Sólo entonces se trata de entrar en la acumulación de riqueza a largo plazo. Los que aún tienen mucho tiempo hasta la jubilación pueden asumir mayores riesgos. Por otra parte, las inversiones en acciones no son aconsejables si la cuenta corriente entra regularmente en números rojos. En este caso, primero hay que poner en orden las finanzas privadas, seguidas de las inversiones. Es especialmente peligroso intentar pagar las deudas con los beneficios esperados. La presión para tener éxito es demasiado alta, por lo que este plan suele acabar con una montaña de deudas aún mayor.

Invertir dinero es importante, pero debe ser flexible. Los acontecimientos previsibles, como el inicio de la jubilación, son fáciles de planificar. Si has hecho una buena previsión financiera, puedes liquidar parte de tus bienes y darte algún capricho con tus ahorros. La situación es distinta cuando cambian las circunstancias de la vida y se va a fundar una familia o en caso de imprevistos, como el desempleo. Si es necesario, la inversión financiera queda en suspenso. Si los medios financieros siguen siendo insuficientes, se disuelve la reserva de hierro y, si es necesario, también se venden valores. Si más adelante se vuelve a disponer de dinero suficiente, primero se repone la reserva de hierro y luego se continúa con la acumulación de activos.

Ahorrar e invertir es mucho más fácil cuando los inversores tienen un objetivo claro en mente. Sin embargo, estos objetivos varían mucho de una persona a otra. Por ejemplo, algunos quieren complementar su pensión, mientras que otros quieren independizarse de un trabajo fijo.

Además del objetivo financiero y el deseo de obtener rendimientos, los inversores también deben definir por sí mismos cuáles serán sus necesidades financieras en el futuro. Esto es fácil de hacer en extraETF con la Calculadora de Objetivos Financieros o la Calculadora del Desfase de la Pensión.

Por cierto: los objetivos financieros también pueden alcanzarse con inversiones sostenibles en el marco de estrategias especiales de inversión en ETFs, ya que la gama de ETFs sostenibles crece continuamente.

Si simplemente apuestas por un índice bursátil mundial con un ETF, no tienes que dedicar mucho tiempo. Y también se ofrecen ETF para muchas estrategias. Por ejemplo, también se pueden seguir estrategias especiales de inversión con ETF de estrategia. En cualquier caso, los inversores deben informarse a fondo sobre el funcionamiento de los respectivos ETF y sus riesgos antes de invertir, aunque esto pueda costar tiempo adicional.

Sin embargo, quienes deseen aplicar por sí mismos una estrategia con acciones individuales deben ser conscientes de los elevados riesgos y disponer de tiempo suficiente. Para encontrar acciones atractivas, los inversores tienen que analizar primero los informes empresariales, los balances y las cifras de beneficios, así como vigilar continuamente su evolución.